“Tu libertad y tu felicidad la definen tus acciones, la clave está en la respuesta que des a tus circunstancias y emociones. Disciplina, lucha y compromiso.”

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Recuperando el pasado

Querida Mercedes…

“No sé cómo conciliar mi trabajo, mi marido, mis hijos, mi hogar, mis amistades, pero sobre todo me preocupa que en casa cada uno está en su rollo, en sus deberes, conectados a tecnologías…”

La educación de los hijos es generalmente un tema que aparece en conversaciones tanto de adultos jóvenes como adultos de mediana edad, ya que los padres estamos en constante cuestionamiento sobre si lo estamos haciendo bien o no. Existe la preocupación de no tener tiempo para los hijos, de que los hijos ven muchas pantallas o están constantemente con el móvil, de que no hay tiempos suficientes de pareja y de familia.

Contrastando con generaciones anteriores, vemos que en la actualidad hemos desechado rotunda y absolutamente las formas pasadas de educación, casi siempre por el mero hecho de ser antiguas; en vez de considerar y seleccionar aquellas tantas cosas positivas que nos dejaron y que en las nuevas generaciones se están perdiendo, para rescatarlas y aplicarlas con nuestros hijos.

Les contaré de donde ha venido el escribir sobre este tema, es una anécdota bastante cotidiana. Esta mañana antes de llegar a la consulta, he llevado unas zapatillas a reparar porque la suela se había desprendido. El señor que me atendía era un hombre muy mayor, un abuelito con un humor exquisito, y con una sonrisa y amabilidad como sólo saben los abuelos. Pues cuando me preguntó mi nombre, para dejar constancia de quién eran los zapatos, yo le respondí: “Mercedes” y con una sonrisa, apuntando mi nombre me dijo: “Mercedes, mi vida entera te daré”.

Parece tonta la anécdota, pero después, de camino al despacho, me preguntaba qué era lo que tanto me había agradado de esa frase y de ese abuelito, y descubrí que era esa manera de tratar a los demás, esa empatía y romanticismo que en el presente se nos ha olvidado. Pienso que con tantas prisas, preocupaciones, frases sexualizadas, reggaetón, y tanta pantalla se nos han escapado las formas y educación de casa que venían cosechándose en nuestras familias por muchas generaciones y que nos brindan herramientas muy positivas y necesarias para que la sociedad sea mejor. Se ha querido tanto alejarse de esa educación antigua, que lo hemos metido todo en un saco y lo hemos tirado a la basura, cuando dentro había tesoros educativos vitales para la sociedad.

Recuperemos del pasado lo que nos ayuda en el presente. Recuperemos de nuestros abuelitos esa amabilidad hacia los demás, hacia la persona que entra en el ascensor, hacia la persona que limpia las calles para que podamos tener una ciudad limpia, hacia el que atiende en el supermercado. Eduquemos a nuestros hijos a ser conscientes de la importancia que tiene la empatía, de la importancia del trato cara a cara, del respeto tanto dentro como fuera de casa, del mirar a la persona que tenemos en frente para poder saber cómo se siente, qué le pasa, cómo podemos ayudarla, en definitiva a ponernos en la piel del otro (y no tanto en la nuestra).

Y es que uno de los grandes logros de las tendencias de educación de las generaciones actuales ha sido precisamente el quererse a uno mismo, saber valorarse y aceptarse como eres y buscar alcanzar tus objetivos; pero no debemos aplicarlo reemplazando las perspectivas anteriores, sino complementándolas y encontrando un adecuado balance. Después de todo algo no ha cambiado, y es que uno será más feliz (enfoque individual) mientras más sepa compartir y hacer feliz a los demás (enfoque empático).

Pienso que otro aspecto a rescatar sería la paciencia. Trabajar pora evitar la angustiosa obsesión que podemos tener con la llamada gratificación instantánea, de condicionar mi alegría y complacencia a obtener lo que quiero, cuando quiero. Pero no quiero extenderme en esta publicación, por lo que elaboraré con más detalles próximamente una segunda parte sobre este mismo tema. Retomando el hilo, como padres os propongo: lo primero, como siempre lo he dicho en mis artículos, dar ejemplo, dejar el móvil en silencio guardado al entrar a casa, para poder comunicarnos adecuadamente con nuestra pareja y con nuestros hijos. El poco tiempo que disponemos de familia dediquémoslo exclusivamente a ellos. Sentaros en la mesa con vuestros hijos y hablar mirando a la cara. Demos ejemplo y enseñemos a saludar a las personas con las que se cruzan en el día a día. Hagámosles reflexionar sobre cómo se siente el otro, de ayudar a los demás para hacer más feliz al otro, y de esta forma recuperaremos esos tesoros que, sin querer y como consecuencia de la rapidez del mundo y de las tecnologías, hemos olvidado. Te invito a pensar Tú, ¿qué podrías recuperar del pasado?

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