“Tu libertad y tu felicidad la definen tus acciones, la clave está en la respuesta que des a tus circunstancias y emociones. Disciplina, lucha y compromiso.”

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Educar en libertad

Querida Mercedes…

“Nuestro hijo Pablo tiene novia, y es una chica que no nos gusta para él, no tiene límites en casa, no está centrada en los estudios y hace que Pablo se desconcentre de sus estudios. Este tema ha provocado problemas en casa.

Este es un tema muy bonito e interesante pero también muy difícil de aplicar en la práctica. Es un motivo de consulta constante por parte de padres de adolescentes que no saben cómo manejar la libertad de los hijos. Cuando los niños son pequeños nos encargamos de enseñarles normas de educación, los límites en casa y en la sociedad, organización, rutinas, en fin, les enseñamos lo que se debe y lo que no se debe hacer, pero a veces olvidamos darle un sentido a esa enseñanza.

Educar en libertad es educar con sentido y criterio, educar para que nuestros hijos, a medida que vayan creciendo, vayan tomando con LIBERTAD, decisiones que les hagan bien, que los convierta en una buena persona, en pro de sí mismo, y en pro de los demás. Por tanto, desde que son pequeños y adaptados a su edad, tenemos que generar la auto reflexión para que el niño llegue con su propio pensamiento a una correcta decisión. Que bonito suena ¿no?, pero que difícil es ponerlo en práctica…

Hace poco tuve un padre en la consulta que quiere un montón a su hijo adolescente, y el chico la verdad es que es muy bueno, pero es diferente a su padre, es más pasivo, va a su ritmo. El padre quiere lo mejor para él, y por esto le exige esfuerzo en el día a día, porque quiere que aprenda a valorar las cosas, a ganarse con esfuerzo las recompensas, y esto está muy bien, pero ha dejado de ver las cosas positivas que tiene su hijo, o al menos ha dejado de transmitírselas. OJO con la obsesión del perfeccionismo, no nos interesan niños perfectos, nos interesan niños felices y buenos, si no, nuestros hijos tomarán las decisiones según lo que piensan o digan sus padres, y cuando tengan plena libertad, por rebeldía natural, elegirán lo contrario que le han enseñado, que posiblemente sea la decisión incorrecta.

Y entonces vamos a la práctica, ¿cómo educo en libertad?

Cuando son niños pequeños:

  • Dejar que tome decisiones que consideres que pueda tomar, que no sea exigirle una responsabilidad que no tiene. Por ejemplo: ¿Qué encargo crees que pueda hacer mejor en casa?, ¿cómo crees que podemos ordenar los juguetes? ¿Qué libro quieres leer?
  • Dar ejemplo de coherencia. Que vea que sus padres son coherentes con sus reglas, con sus pensamientos, con lo que enseñan.
  • Dejar que se equivoque, y luego lo ayudas con la reflexión y con la solución. Esta mañana me ha pasado algo que puedo poner de ejemplo en este punto. Una de mis niñas, la de cuatro años no ha querido ponerse el jersey para salir de casa al cole, se lo he pedido 3 veces y me ha dicho que no quería, le podía haber obligado, pero me pareció una buena ocasión para enseñarle que sus decisiones pueden llevarla a cometer errores y con esto aprendería. Cuando salió a la calle se dio cuenta de que tenía frío y entonces he aprovechado para explicarle que tiene que saber escuchar a los adultos, que tiene que dejarse ayudar porque si mamá le estaba diciendo que se pusiera el jersey es por su bien, para que no pasara frío. Le he sugerido que la próxima vez cuando mamá le diga algo, escuche y lo haga.
  • Explicarles de acuerdo con su edad, el porqué de las cosas. Una madre me comentaba que había puesto la regla en casa de no pantallas de lunes a jueves. Pues en este caso explicarles a los niños pequeños, por ejemplo, que jugar les hace ser más listos, más valientes, y que se divierten mucho más. Así encuentran un sentido a las normas de casa y están mejor predispuestos a cumplirlas.
  • Otra cosa que me gusta mucho es ponerles un encargo en casa, por ejemplo, ir a ducharse a la primera, y que al final del día sea el niño el que responsa si considera que lo ha cumplido bien. Esto es estupendo por muchas razones, le ayuda a evaluarse a sí mismo, lo que requiere auto reflexión, ayuda a la sinceridad y a la autonomía.  Los padres le ayudan si consideran que la respuesta no es la que corresponde con la realidad, y se refuerza cuando acierta con la realidad, aunque el objetivo de ducharse a la primera no se haya cumplido.

Cuando mi hijo es adolescente:

  • Explicar las normas de casa con criterio: por qué pongo límites en las pantallas, por qué pongo una hora de llegada a casa, por qué los domingos son en familia. Esto quiere decir que le voy a dar la libertad de cumplir la norma o no, las normas de casa se cumplen quiera o no quiera mi hijo, pero que lo entienda, para que cuando tenga la libertad plena de sus acciones, sepa con criterio porque es mejor una cosa que la otra.
  • En sus estudios, guíate por los resultados, no por el proceso. Dejar que se organice como quiera, que busque soluciones si no lo entiende. El hecho de que le recuerdes 10 veces que tiene que hacer el TR, o que tiene examen de mates, no va a cambiar, él ya sabe lo que tiene que hacer si quiere que le salga bien el examen o si quiere aprobar el curso. Es preferible que llegue al examen y saque un 0 por no estudiar, a que saque un 10 porque le has obligado a estudiar (que dudo que lo saque, porque seguro ha habido lío en casa y al final tampoco ha estudiado). Guíate por resultados, si no ha aprobado entonces allí si que le hago ver una consecuencia, pero no voy supervisando cada paso que dé en sus estudios.
  • Exprésale tu opinión con criterio sobre decisiones que toma que no te gustan y que no son norma en casa, por ejemplo, la decisión de fumar, la decisión de una novia. Aunque no pida tu opinión tienes el deber de expresarla porque lo estás educando, pero prohibírselo sólo te servirá para acentuar la decisión. Que sepa tu opinión con criterio y ya lo dejas a su conciencia y su libertad. Esto sin duda tiene mejores resultado que intentar obligarlo.

Lo importante de educar en libertad es generar una conciencia de lo que está bien y lo que está mal, por qué le hace bien o le hace daño, no porque lo digo yo como padre o madre. Tu hijo se equivocará un millón de veces, como tú y como yo, pero lo importante es que después de la equivocación exista la reflexión y el propósito de cambiar.

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